Todos venimos a jugar los sábados y en las vacaciones... todos hemos conocido en el Oratorio algunos amigos nuevos, y hemos vivido cosas que nos gustaron, pero… ¿alguna vez se te ocurrió averiguar cómo empezó todo?
Si lo habías pensado y nadie supo responderte (¡o no tuvo tiempo!), aquí podés ver nuestra historia, que está relacionada directamente con la presencia de los salesianos en Salta.
Los Salesianos en Salta
Desde 1890, muchas personalidades salteñas pidieron a los salesianos la apertura de un colegio en nuestra ciudad. Sin embargo, debieron transcurrir más de 20 años para que llegaran a Salta.
La demora se debió principalmente a que la Congregación había decidido no realizar nuevas fundaciones en ninguna parte del mundo hasta que estuvieran consolidadas las que ya existían en distintos países.
El primer sucesor de Don Bosco, Don Miguel Rúa, se mantuvo fiel a esta disposición… hasta que, poco antes de su fallecimiento, ocurrido en 1910, resolvió autorizar la fundación de un colegio en Salta.
La fundación
El grupo fundador partió de Buenos Aires el 7 de marzo de 1911. Sería la primera casa salesiana del país que contaría con personal totalmente argentino, ya que hasta entonces a todas las nuevas casas llegaba algún salesiano misionero venido de Italia.
El primer director fue el padre Luis Correa Llano que tenía 24 años de edad.
El 9 de marzo de 1911, ya muy entrada la noche, los salesianos llegaron a Salta. Además del padre director, el grupo fundador lo conformaban el padre Ambrosio Bonfanti, el clérigo estudiante Abel Pecci y el hermano coadjutor José Kein. Los acompañaba el padre inspector de Argentina, José Vespignani.
En la estación de tren les dieron la bienvenida dos sacerdotes salteños. El obispo, Matías Linares y Sanzetenea, que había trabajado intensamente para hacer posible esta llegada, los estaba esperando en la Curia y al recibirlos exclamó:
“¡Finalmente tenemos al Padre José con sus salesianos, después de esperarlos por 20 años!”.
La Obra se inició en calle Pellegrini 76, luego se trasladó a Florida 186 y, a comienzos de 1913, se afianzó en el terreno donado por don Ángel Zerda donde aún se encuentra actualmente: Caseros 1250.
Las primeras actividades educativas fueron el Oratorio, la Capilla, la Escuela Primaria, el Colegio de Artes y Oficios y los Exploradores de Don Bosco.
Como en muchas otras partes del mundo, todo se inició con el Oratorio. Los salesianos llegaron a Salta el 9 de marzo a la noche, el 10 salieron a hacer un poco de propaganda y se instalaron, y el 11 comenzaron con el Oratorio.
Dicen las crónicas del colegio que ese primer día se acercó un solo chico… se llamaba José, y años después se convertiría en un profesor y escritor muy reconocido.
Desde ese histórico comienzo el Oratorio se mantuvo siempre abierto, aunque pasando por distintas etapas.
Hoy en día son muchas las personas que se acercan a la Sala de juegos y recuerdan cuando el patio del colegio tenía árboles, cuando el piso era de tierra o de lajas y cuando no estaban construidas las aulas de calle España ni la pared de la Bolívar, donde ahora están los portones.
Muchos más se refieren con cariño a las funciones de cine y a las meriendas humildes pero inolvidables de los domingos por la tarde. También resultan incontables los que se lamentan por la ausencia de la famosa pista de autos.
Dos personas importantes
No es posible hablar del Oratorio en Salta sin mencionar al Padre Miguel Bessone, que trabajó con amor, alegría y creatividad por cada chico que se acercaba a esta casa. Dejó un recuerdo imborrable en todos los que lo conocieron. Ahora ya está en el Cielo, largamente soñado, esperando a tantos que se acercaron a Dios gracias a él.
Más próximo en el tiempo, y acompañando nuestra propia historia, conocemos al hermano Víctor Crippa, famosamente llamado “el Tío”, que desde mediados de la década del ´80 y hasta el 2012 tuvo la tarea de llevar adelante el Oratorio, entre muchas otras ocupaciones.
El Tío era fácil de querer y de admirar, por su paciencia inalterable, su cariño permanente y una capacidad de trabajo que asombraba. Desde el 11 de diciembre del 2018, él también está en el Cielo.
Al nombrar a dos personas dejamos en el anonimato a muchas más (¡cómo olvidarnos de Fernando Suñer!, un animador como los soñaba Don Bosco).
Fueron numerosos exalumnos y colaboradores los que entregaron su tiempo con generosidad y alegría…El recuerdo de todos ellos está vivo en los miles de chicos que a lo largo de los años compartieron paseos, campeonatos y juegos... que aprendieron a ser mejores y encontraron en el Oratorio amistad y alegría.
En tantos años transcurridos, las actividades del Oratorio se fueron desarrollando en distintos días y con maneras diversas.
A fines de los ’90 el Oratorio funcionaba sobre todo en vacaciones. Los sábados durante el año venían algunos chicos del barrio a jugar, pero de manera informal, sin nada organizado. Algunos días había veinte y otros días no había ninguno… pero en el 2002 algo cambió.
El 18 de enero se inició el Oratorio de Verano de ese año. Cuando terminaron las vacaciones, gracias al compromiso de nuevos animadores y al respaldo de los salesianos, el Oratorio continuó todos los sábados por la mañana… y sigue adelante ahora mismo, cuando estás leyendo estas líneas.
¡Gracias a tantas personas que en más de cien años entregaron su tiempo y su esfuerzo al Oratorio!
Alegría, ternura, creatividad, entusiasmo, perseverancia, brindadas generosamente a miles de chicos. El mismo Jesús jugaba y reía en nuestros patios… a Él le rogamos por el encuentro feliz de tantos oratorianos en la fiesta luminosa del Cielo.